Yo:
Dícese de la persona que tiene todos los huesos rellenos de
ausencias. Que siempre le gustó jugar con fuego y así acabó, hecha
cenizas. Hace saberse sinestesia. Caótica. Escribe al desastre.
Reloca siempre recuerda, como chica busca chico, pero chica nunca
encuentra y chico nunca espera. Dícese de quien desespera. Necesita
puntos de sutura. Le llaman invierno pues estuvo enamorada del frío.
Nostálgica. Cree en un mundo más romántico, más poético, más
Cortázar, en la Maga, en la magia. Cree en la distancia si se trata
del verbo crear y no creer. Sonreía diferente cuando él estaba.
Apoptóticamente sentimental. Suicida, masoca. Su piel estremece, se
eriza con música jazz. Rompe (con) las medias, ya sean naranjas o
las que se puso el viernes por la noche con ganas de comerse el
mundo. Rubia como la cerveza, labios sabor a ron. Esquiva lunares. Se
pierde entre fronteras pues ya no tiene puntos cardinales por los que
guiarse. No hay poesía para estas musa(raña)s. No busca símiles,
ni sinónimos, ni respuestas.
Escrito por María González Torres. ©